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miércoles, 2 de marzo de 2011

La I+D+i en Ingeniería: un nuevo sistema de evaluación es necesario

En una reciente oposición a Catedrático de Universidad, mi mentor profesional el Sr Javier Uceda actuando como Presidente del Tribunal de la plaza en concurso, le preguntó a uno de los candidatos:

“A la vista está que usted tiene méritos más que sobrados para optar a la plaza en concurso, pero:

¿Podría decirme de cuál de sus méritos se siente más orgulloso?”

Esta pregunta me hizo reflexionar sobre mis propios méritos:

¿Qué destacaría yo?

Pues pensando sobre ello y en mi función como Ingeniero creo que destacaría mi colaboración con una empresa de la región, que se remonta a mis inicios profesionales en la Universidad de Oviedo. Mi actividad profesional ha transcurrido paralela al crecimiento de esta empresa, desde una minúscula micro-pyme familiar, sin departamento de I+D y un solo trabajador, hasta la mediana empresa que es hoy, con departamento de I+D salido de nuestros laboratorios, un montón de productos comercializados iniciados o gestados en nuestros laboratorios. Con ella realicé mi primer prototipo de laboratorio (una sencilla mejora sobre un circuito electrónico), con ella hemos participado en dos proyectos europeos, proyectos nacionales y regionales, hemos tenido muchos contratos de transferencia de tecnología y lo más importante, hemos realizado nuestra humilde aportación a la creación de verdadero tejido productivo en nuestra región y a la creación de muchos puestos de trabajo, desde los menos cualificados operarios hasta excelentemente cualificados ingenieros de diseño.

Hecha esta reflexión personal, vuelvo a pensar sobre la oposición y he pensado que todo esto no me serviría para nada para ganar la plaza en concurso. ¿Algo está pasando?

Mis publicaciones en revista internacional con índice de impacto son el mérito básico para optar a la estabilización y a la progresión profesional en el mundo universitario.

La actividad académica y profesional de un Ingeniero en la Universidad se está midiendo con parámetros de investigación básica.

Lo paradójico, es que escuchamos continuamente a los políticos e incluso a nuestros gestores (rector o vicerrectores por ejemplo) hablar de la importancia de la transferencia de conocimiento hacia el tejido productivo y de la participación de la Universidad en la creación de tejido productivo.

¡¡¡Pero si esto llevamos haciéndolo los ingenieros desde hace muchos años!!!

Precisamente, las nuevas generaciones de ingenieros cometerían una locura e hipotecarían su carrera universitaria si cometieran el error de orientar su actividad profesional hacia la transferencia de conocimiento y hacia la colaboración empresarial.

¡¡¡Estamos dejando de hacerlo!!!

Las nuevas generaciones deben de centrarse en la elaboración de artículos, en revistas indexadas, con índice de impacto, cuantas más publicaciones mejor. Caminamos precisamente en sentido contrario. Mi propia actividad profesional ligada a la colaboración empresarial sería hoy inútil para alcanzar el nivel profesional que ocupo.

Estamos tomando un camino muy equivocado, nos estamos “clonando” con investigadores básicos olvidándonos de nuestra función de ingeniería.

Ante la pregunta: ¿Quién hace investigación en la Universidad?, la respuesta obvia, las ciencias básicas (Física, Química, Biología,…) los Ingenieros estamos empezando a aprender a escribir artículos, pero todavía estamos empezando.

No dudo, que sigamos aprendiendo y las nuevas generaciones sean cada vez más eficientes y competitivas a la vista de la nueva especificación que se les exige.

¡¡Estamos pervirtiendo el papel de la Ingeniería en la Universidad!!

Curiosamente, volviendo a los párrafos anteriores, se sigue escuchando la cantinela:

“Falla la transferencia de conocimiento hacia el tejido productivo”.

Somos tan buenos investigadores, escribimos tantos artículos internacionales de impacto que nos resulta incomprensible que los empresarios no estén golpeando nuestra puerta rogándonos que les transfiramos nuestro conocimiento y sabiduría.

Pero no es así ¿algo falla?

Simplemente falla, que vivimos en nuestro mundo, centrados en nuestras investigaciones de excelencia y completamente olvidados de los “problemillas intranscendentes” que las empresas que tenemos alrededor nos plantean, comprensible por otro lado, ya que la solución de estos problemas, nadie lo reconoce y no genera artículos. Es una pérdida de tiempo.

Es fundamental cambiar y revertir el proceso, hace falta un método de evaluación adecuado para la Ingeniería, contar artículos es muy sencillo, pero medir el impacto de la actividad colaborativa con el tejido empresarial es complicada, salvo que se realice en términos económicos, fuertemente denostado por los investigadores básicos.

Aquí aparece una de las paradojas que se leen recursivamente en la prensa:

“La investigación competitiva”, los científicos se refieren ella como la financiada con fondos públicos, considerando “no competitiva” la financiada y realizada con fondos privados mediante una colaboración empresarial. ¡Paradójico!

Muchas veces he intentado de seguir este razonamiento sin éxito, ¿Cómo es posible que la investigación financiada por fondos privados no sea realmente la competitiva y la que está más acorde con las leyes del mercado?

Esto me lleva al segundo comentario que se escucha muchas veces:

“Los empresarios buscan en la universidad la solución de problemas técnicos sencillos con mano de obra barata”

Esta consideración y otras similares, creo que nacen del total desconocimiento de la problemática empresarial y del gran trayecto que hay desde que un prototipo se desarrolla y se prueba en unos laboratorios de I+D hasta que finalmente se convierte en un producto en el mercado. Realmente ningún científico ha realizado este recorrido y desconoce y minusvalora esta parte del trayecto.

Realmente en la Universidad estamos muy lejos del producto comercializado y esto lo digo como ingeniero, pensando que estamos más cerca que el resto. En la Universidad se puede dar un primer e importante paso, pero el papel de los departamentos de I+D de la empresa en fundamental.

También resulta curioso lo del “problema técnico sencillo”, muchos “pequeños problemas técnicos” marcan la diferencia entre un producto competitivo e innovador y un fracaso comercial, no hay problemas menores en el mundo competitivo de la empresa, una solución sencilla e ingeniosa puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Esta es otra afirmación que nace del desconocimiento o de la soberbia habitual.

Finalmente otro comentario recurrente es el económico:

“Muchos hacen desde la Universidad competencia desleal”

o el archi-escuchado:

“Ya ganan bastante dinero no necesitan más reconocimiento”.

Ambas dos, curiosas y paradójicas afirmaciones. Lo mejores profesionales en cualquier campo: un médico, un abogado,…cuanto más prestigio y valía tienen, mas altos son sus emolumentos y más valiosos son sus servicios. ¿No pasa lo mismo con los profesionales de la Universidad?

Yo recuerdo que antes de decía socarronamente:

“El que no vale para realizar proyectos con la empresa que se ponga a escribir papers”

Poca gracia tiene esta afirmación, vista con la perspectiva de los años y la trayectoria que hemos seguido los ingenieros.

Las labores de I+D realizadas desde la Universidad en colaboración con el sector empresarial, son más prestigiosas y valiosas cuantos más recursos económicos sea capaz de captar. Cuando una empresa contrata algo que le interesa, busca la alternativa más competitiva técnica/económicamente para solucionar su problema. Muchos problemas, solo pueden encontrar solución dentro del contexto universitario.

Algo hay que hacer para cambiar este modelo que seguimos, en caso contrario la función del Ingeniero se verá totalmente pervertida y la llamada creación de tejido productivo se verá fuertemente afectada. Precisamente en este camino estamos.

No podemos todos medirnos con los mismos parámetros, se necesitan métodos de evaluación distintos en cada campo universitario. En Ingeniería estamos utilizando un modelo dramáticamente erróneo.

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